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Decodificando la Intuición: Cómo Confiar en tus Presentimientos y la Conexión Mente-Intestino

Explora el poder de la intuición y la conexión mente-intestino para tomar decisiones informadas, diferenciando intuición de ansiedad.

Decodificando la Intuición: Cómo Confiar en tus Presentimientos y la Conexión Mente-Intestino

Todos hemos experimentado esa sensación visceral inconfundible. Esa corazonada que surge sin previo aviso, indicando que una elección simplemente se siente correcta. Sin embargo, justificar estas decisiones puede ser un desafío inmenso. A menudo, las personas son escépticas a la hora de confiar en su intuición porque parece contradecir los procesos de toma de decisiones basados en evidencia, que nos han sido enseñados a lo largo de nuestras vidas. Los principios esenciales del método científico dictan que no podemos llegar a conclusiones sin evidencia concreta y objetiva que las respalde, y las corazonadas no funcionan de esa manera. O al menos, no lo parece, pero hay mucho más en tus instintos de lo que podrías imaginar.

Las sensaciones instintivas a menudo se manifiestan con náuseas o una sensación de vacío en el estómago, por eso las llamamos sensaciones viscerales. Es importante saber que estas sensaciones físicas no son meros trucos de la mente. Existen nervios que conectan nuestro cerebro con el tracto digestivo, lo que significa que literalmente podemos sentir emociones en el intestino. Si estas sensaciones pueden realmente guiarnos en la dirección correcta es más complejo y depende de las circunstancias. No obstante, los instintos están más basados en evidencia de lo que se podría pensar, y comprender de dónde provienen puede ayudarnos a reconocer mejor cuándo debemos confiar en nuestra intuición y cuándo podría ser arriesgado.

Por qué sientes emociones en tu intestino

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El cerebro tiene una conexión particularmente fuerte con el sistema digestivo, conocida como el eje intestino-cerebro. Este eje depende de tres componentes clave. El primero es el sistema nervioso entérico (SNE), que controla los órganos digestivos. El SNE es la unidad más grande dentro del sistema nervioso periférico, una de las dos clasificaciones estructurales principales del sistema nervioso en general. También es la segunda red neuronal más grande del cuerpo después del propio cerebro, facilitando las señales entre la mente y el intestino. Se le conoce a menudo como el “segundo cerebro” debido a su autonomía y complejidad.

El segundo componente principal del eje intestino-cerebro es el nervio vago, que se extiende desde el cerebro hasta el intestino grueso. Se divide en el esófago, formando dos ramas que se extienden por cada lado del cuerpo y que, a su vez, envían las señales que hacen funcionar el tracto digestivo. Se ha demostrado que el estrés inhibe la señalización a través del nervio vago, lo que explica por qué escenarios estresantes, como enfrentar una decisión difícil, pueden alterar las funciones gastrointestinales.

El componente final del eje intestino-cerebro que debe abordarse es el microbioma intestinal. Cada persona tiene un ecosistema microscópico en sus intestinos, que alberga bacterias, hongos e incluso virus y parásitos. Estos microorganismos están involucrados en la producción de neurotransmisores que transportan señales de neurona a neurona. Cada componente del tracto digestivo está estrechamente ligado al cerebro, por lo que las personas no solo tienen instintos viscerales, sino que también sienten náuseas cuando están disgustadas o experimentan un cambio en el apetito cuando están tristes.

Las verdaderas raíces de la intuición

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La comunidad científica ha desarrollado una fuerte comprensión del vínculo entre el cerebro y el intestino, por lo que sabemos por qué las situaciones estresantes, como tomar una gran decisión, pueden tener efectos gastrointestinales. Lo que es mucho menos claro, sin embargo, es de dónde provienen nuestros instintos. En otras palabras, cuando nos enfrentamos a una elección, ¿por qué tenemos la sensación de que una es intrínsecamente correcta? La verdad es que, aunque las corazonadas puedan parecer inconscientes, la intuición surge de un proceso de pensamiento lógico basado en experiencias pasadas.

Uno de los elementos principales de la diferencia entre la memoria a corto y largo plazo es que la memoria a largo plazo almacena información que probablemente necesitaremos de nuevo en el futuro. Las sensaciones viscerales surgen de ese cúmulo de información recolectada a lo largo de nuestras vidas. Cuando el cerebro envía señales de estrés al intestino, es probable que se deba a que el cerebro está recurriendo a un recuerdo anterior guardado en lo profundo de la mente. Este proceso de pensamiento ocurre tan rápidamente que, en la mayoría de los casos, ni siquiera lo notamos. Es una integración instantánea de patrones y datos.

Las emociones también juegan un papel enorme en la formación de nuestros instintos. Gran parte de esto proviene de la amígdala. Es una porción del cerebro que está fuertemente involucrada en el procesamiento de las emociones, y es responsable de las reacciones emocionales instantáneas que experimentamos en respuesta a ciertos escenarios. Además, la amígdala juega un papel central en las memorias inconscientes, como cuando las personas recuerdan cómo andar en bicicleta incluso después de no haberlo hecho durante años. Por lo tanto, la amígdala está profundamente ligada a la información inconsciente que alimenta las corazonadas.

¿Es intuición o ansiedad?

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La amígdala está asociada con muchas emociones, pero ninguna más que el miedo. En el nivel más fundamental, la amígdala impulsa nuestros instintos de supervivencia. Esto habría sido clave para evitar depredadores y otras amenazas naturales en nuestro pasado primitivo, pero ahora se manifiesta en las amenazas mucho más complicadas del mundo antropogénico, y no siempre es útil. La amígdala a veces puede reaccionar de forma exagerada a los riesgos potenciales, momento en el que desencadena la ansiedad. La ansiedad a menudo puede superar el lado lógico de nuestro cerebro, causando más daño que bien, por lo que es importante reconocer cuándo las sensaciones viscerales son indicativas de intuición real versus paranoia.

La ansiedad a menudo presenta los mismos síntomas físicos que las corazonadas, como un estómago revuelto, por lo que es difícil diferenciar solo por tu tracto digestivo. Sin embargo, hay una diferencia clave entre la intuición y la ansiedad que siempre debes buscar. La intuición es muy específica en su alcance, con corazonadas que te dirigen hacia una decisión concreta. La ansiedad y la paranoia, por otro lado, son más nebulosas, enfocadas en miedos amplios sobre personas y entornos en lugar de escenarios singulares. Además, mientras que los signos de las corazonadas suelen ser sutiles, la paranoia tiende a manifestarse como un miedo intenso que puede persistir incluso después de que se resuelva un problema. La intuición te impulsa a actuar, mientras la ansiedad te puede paralizar.

La inteligencia emocional puede mejorar la intuición

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Si puedes confiar en tu intuición es una pregunta nada sencilla, especialmente dado el papel que la ansiedad y la paranoia pueden desempeñar en momentos decisivos. Afortunadamente, hay formas en que puedes perfeccionar tu intuición para que las corazonadas te guíen con mayor probabilidad en la dirección correcta. La clave reside en reconocer que las emociones a menudo pueden chocar con la razón, y en el caso del miedo en particular, las emociones pueden darnos ideas irracionales. Sin embargo, intentar abandonar la emoción por completo y operar únicamente con la lógica no es realista, y descuida una parte importante de la humanidad. La inteligencia emocional es la intersección entre las emociones y la razón. Necesitas estar en contacto con tus emociones mientras, simultáneamente, llegas a una comprensión lógica de lo que las desencadena.

Construir inteligencia emocional comienza con una pausa para reflexionar. Cuando tengas una corazonada, tómate un momento para sintonizar las voces en tu cabeza. La mayoría de las personas encuentran que tienen dos voces mentales: una impulsada por el miedo y otra impulsada por la razón. Si esas dos voces no se alinean, tus corazonadas podrían ser el resultado de la ansiedad más que de la intuición, pero si la razón se alinea con tu instinto, generalmente es una buena señal. Conectarte más con tus emociones, y qué tipo de escenarios las desencadenan, te ayudará a comprender mejor en qué se basan tus corazonadas.

Cuándo confiar en tu intuición

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La pregunta más importante a responder es: ¿cuándo es correcto confiar en tu intuición? Como probablemente habrás notado, la respuesta es a veces, y realmente depende de las circunstancias. Desarrollar la inteligencia emocional puede mejorar tu intuición a largo plazo, pero también hay cosas que puedes hacer en el momento en que te golpea una corazonada. Aunque la sensación probablemente te golpeará en un instante, es importante detenerse en ese punto y reflexionar sobre la situación. Comienza preguntándote qué experiencias previas en tu vida podrían estar causando la corazonada. Cuanto más sepas sobre el tema en cuestión, más podrás confiar en tus instintos. Por ejemplo, los chefs experimentados tienden a desarrollar un instinto innato que les dice cuánto de un ingrediente en particular deben agregar a un plato sin tener que usar medidas exactas.

Las corazonadas también son una oportunidad para usar el método científico en la vida cotidiana. Piensa en el instinto visceral como una hipótesis que tu mente inconsciente está proponiendo. En lugar de sacar una conclusión basada en esa hipótesis, sigue el método científico y haz observaciones objetivas del escenario. Pregúntate cuánta información concreta conoces realmente sobre las circunstancias, si tus peores miedos son realistamente posibles y, lo más importante, ¿qué evidencia existe que vaya en contra de tus instintos viscerales? Si tus observaciones respaldan tus instintos, es probable que sea seguro confiar en tu intuición.