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Descubriendo la Complejidad del Lenguaje Animal: El Asombroso Caso de las Ballenas Jorobadas y la Ley de Zipf
Las ballenas jorobadas demuestran un lenguaje complejo regido por la Ley de Zipf, revelando similitudes con la comunicación humana.
Por mucho tiempo se ha sostenido que los seres humanos somos los únicos animales con la capacidad de lenguaje. Si bien es cierto que otras especies son capaces de transmitir información tanto vocal como físicamente, se pensaba que estas formas de comunicación eran mucho más primitivas que los lenguajes humanos. Nuestro lenguaje, a diferencia de los llamados de apareamiento de los animales o los gritos de un niño por su madre, no está preprogramado en nosotros al nacer, sino que es algo que aprendemos con el tiempo. Esta característica — el lenguaje adquirido — nos ha diferenciado de otros animales… pero tal vez no por mucho tiempo. Existe una creciente cantidad de investigaciones que sugieren que el mundo de la comunicación animal es mucho más complejo de lo que creíamos, desde los graznidos de los loros hasta las comunicaciones de baja frecuencia de los elefantes y, quizás lo más notable, los cantos de las ballenas jorobadas. Los machos de ballena jorobada vocalizan a través de cantos que pueden durar más de media hora y que son adquiridos mediante el aprendizaje. La adquisición del lenguaje comienza en la etapa juvenil del ciclo de vida de la ballena y evoluciona a lo largo de los años. Aunque las ballenas hembras también vocalizan, los científicos no están seguros de por qué no cantan. Dado que el canto de las ballenas se escucha con mayor frecuencia durante la temporada de reproducción, se teoriza que está relacionado con la atracción de una pareja o con exhibiciones de dominancia. Un estudio reciente, publicado en la prestigiosa revista Science, revela que el proceso de aprendizaje del lenguaje en las ballenas jorobadas es sorprendentemente similar al nuestro. Existe un patrón conocido como la Ley de Zipf de frecuencia, que determina cuán comúnmente ocurren ciertas palabras, y resulta que los cantos de las ballenas jorobadas siguen esta ley al igual que nosotros. Este descubrimiento desafía aún más nuestras concepciones sobre la inteligencia animal y la naturaleza del lenguaje en sí. ## Comprendiendo la Ley de Zipf de Frecuencia
La Ley de Zipf establece que la palabra más utilizada en cualquier lenguaje ocurre el doble de veces que la segunda más común, tres veces más que la tercera, y así sucesivamente para aproximadamente las primeras mil palabras más utilizadas. En español, por ejemplo, palabras como “el”, “de” o “la” son extremadamente frecuentes. En inglés, la palabra más usada es “the”, que representa aproximadamente una de cada diez palabras usadas en cualquier texto dado. La segunda palabra inglesa más común, “of”, representa aproximadamente una de cada veinte palabras. Como revela el estudio reciente, los cantos de los machos de ballena jorobada siguen este mismo patrón de frecuencia. Los investigadores analizaron grabaciones que abarcaban ocho años e identificaron combinaciones de sonidos que se repetían dentro de cada canto, de manera similar a cómo las palabras se agrupan en una oración. De acuerdo con la Ley de Zipf, las combinaciones de sonidos más utilizadas dentro de una población de jorobadas ocurren el doble de veces que las segundas más comunes. Otra similitud con el lenguaje humano es que casi todas las combinaciones de sonidos más comunes son cortas, al igual que las palabras “el” o “de”, mientras que las combinaciones más largas son generalmente más raras, un fenómeno conocido como la Ley de Brevedad. Este hallazgo sugiere una estructura organizativa en su comunicación que va más allá de simples vocalizaciones. La Ley de Zipf de frecuencia juega un papel importante en el aprendizaje del lenguaje para nosotros los humanos. El patrón está presente en nuestro habla desde la primera infancia, una estructura organizacional que nos ayuda a aprender de las personas que nos rodean. Parece que lo mismo ocurre con las ballenas jorobadas juveniles, a pesar de que su último ancestro común con nosotros fue una pequeña criatura parecida a un roedor que vivió hace más de 100 millones de años. Este fascinante paralelismo no solo amplía nuestra comprensión de la comunicación animal, sino que también nos invita a reconsiderar la evolución del lenguaje y la cognición en el reino animal. La complejidad de los cantos de las ballenas jorobadas nos demuestra que aún nos queda mucho por descubrir sobre el rico mundo sonoro que comparten con nosotros.