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El Celacanto: Un 'Fósil Viviente' que Resurge de las Profundidades y Desafía la Extinción
La asombrosa historia del **celacanto**, el pez prehistórico que se creía extinto, y su redescubrimiento que conmocionó a la ciencia.
Imagine encender las noticias y escuchar un reportaje sobre un cazador que accidentalmente derribó un pterodáctilo. Algo similar, aunque aún más asombroso, sucedió en la provincia de Eastern Cape, Sudáfrica, en diciembre de 1938. No fue un pterodáctilo, sino algo mucho más antiguo y sorprendente.
Apenas unos días antes de la Navidad de aquel año, Marjorie Courtenay-Latimer, la curadora del Museo de East London, recibió una llamada telefónica que cambiaría para siempre el rumbo de la ciencia. Era de Hendrik Goosen, el capitán de un barco pesquero local, quien había capturado un pez de aspecto peculiar en sus redes y creyó que Courtenay-Latimer podría estar interesada en examinarlo. La curadora se apresuró al muelle y se encontró con un colosal pez de metro y medio de largo, con brillantes escamas azules y blancas, y un conjunto de aletas extrañas que no se parecían a nada que hubiera visto antes.
Courtenay-Latimer escribió a un amigo, el profesor James L.B. Smith de la Universidad de Rhodes, incluyendo un boceto a mano del inusual pez, y le preguntó si podía ayudar a identificarlo. Smith notó de inmediato las similitudes con fósiles de un antiguo animal marino conocido como celacanto (pronunciado: SEE-lah-kanth). Sin embargo, todos sabían que los celacantos se habían extinguido hace 66 millones de años. Eso era lo que todos creían, hasta que Smith anunció el descubrimiento en la revista Nature, cambiando la percepción de los científicos en todo el mundo. Para honrar la contribución de Marjorie Courtenay-Latimer, Smith le otorgó al celacanto el nombre científico de Latimeria chalumnae.
Las Múltiples ‘Vueltas’ del Celacanto a la Ciencia

Los celacantos han sido objeto de múltiples “descubrimientos”, remontándose a cuando se encontraron sus primeros fósiles. La descripción más temprana de un fósil de celacanto data de 1836, cortesía de Louis Agassiz, más recordado por su logro del año anterior de ser la primera persona en describir al extinto tiburón gigante megalodón.
Los fósiles de celacanto más antiguos tienen aproximadamente 420 millones de años, lo que los sitúa al comienzo del período Devónico. El Devónico fue un período dentro de la era Paleozoica, precediendo a los primeros dinosaurios por aproximadamente 200 millones de años. Esto significa que el tiempo transcurrido entre el surgimiento de los primeros celacantos y el surgimiento de los primeros dinosaurios es casi el mismo que el tiempo entre los primeros dinosaurios y el día de hoy. Esta vasta línea temporal subraya la increíble antigüedad y la naturaleza de fósil viviente del celacanto.
Tras el anuncio de la existencia del celacanto, Smith ofreció una recompensa por más especímenes. Después de esperar años, recibió noticias de un pescador de las Islas Comoras, en el Océano Índico, quien informó que sus habitantes conocían desde hacía mucho tiempo a los celacantos como gombessa, y que ocasionalmente los pescaban por accidente. El siguiente gran impacto llegó en 1997, cuando Mark y Arnaz Mehta Erdmann, una pareja de vacaciones en Indonesia, se encontraron con un extraño pez que se vendía en un mercado callejero. Afortunadamente, Mark era ictiólogo e identificó al pez como un celacanto. No solo eso, sino que se trataba de una nueva especie de celacanto, ahora conocida como Latimeria menadoensis, uniéndose a la L. chalumnae como las únicas dos especies de celacantos que se sabe que existen en la actualidad.
Características Únicas: ¿Por Qué el Celacanto es tan Especial?

Los celacantos poseen características que no se encuentran en ningún otro pez vivo en la actualidad. Su rasgo más llamativo es la presencia de aletas lobuladas; aletas que sobresalen del cuerpo en apéndices truncados que parecen pequeñas patas. Las aletas lobuladas del celacanto están dispuestas en pares que se mueven en direcciones alternas, de manera muy similar a las cuatro patas de un caballo. También tiene un lóbulo de cola adicional, lo que hace que parezca que la cola del celacanto tiene una pequeña cola propia, una peculiaridad anatómica que lo distingue aún más.
Los celacantos también tienen una característica más sutil, pero aún más única, que se encuentra debajo de su piel. Poseen una articulación intracraneal, una articulación articulada en la parte superior de sus cráneos, que les permite abrir la boca increíblemente ancha y tragar otros peces enteros. Es el único animal vivo en la Tierra hoy en día que tiene una articulación en su cráneo. Este rasgo solo se había observado en los fósiles de peces extintos, como alguna vez pensamos que era el celacanto.
Desafortunadamente, ninguna especie puede escapar para siempre a la amenaza de la extinción. El hecho de que los celacantos eludieran a los científicos durante tanto tiempo es un indicio de lo pequeñas y aisladas que son sus poblaciones. En la región de las Islas Comoras, se estima que hay entre 300 y 400 celacantos, pero no tenemos cifras precisas sobre las poblaciones en otros lugares. Los celacantos fueron cazados agresivamente durante un período después de su descubrimiento, ya que surgió un mercado negro para estos “fósiles vivientes”. Hoy en día, la L. menadoensis está clasificada como vulnerable por la UICN, y la L. chalumnae está en peligro crítico de extinción. Estos majestuosos supervivientes de una era pasada nos recuerdan la fragilidad de la vida y la importancia de la conservación.