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El Diagnóstico Médico y el Sentido del Olfato: Un Viaje Histórico y un Avance Revolucionario

Descubre cómo el olfato humano revoluciona el diagnóstico de enfermedades como el Parkinson, desde antiguas prácticas hasta innovaciones científicas.

El Diagnóstico Médico y el Sentido del Olfato: Un Viaje Histórico y un Avance Revolucionario

Entre todas las artes de la medicina, el diagnóstico es quizás la más crucial. Sin un diagnóstico preciso, no es posible establecer un tratamiento eficaz ni prever un pronóstico. De hecho, explorar la historia del diagnóstico es adentrarse en la esencia misma de la medicina a lo largo de los siglos.

Los primeros manuales de diagnóstico descubiertos nos transportan a civilizaciones ancestrales. El Papiro de Edwin Smith, atribuido a Imhotep y datado alrededor del 1600 a.C. (posiblemente una copia de un documento del 3000 a.C.), es uno de los más antiguos. La tablilla Sakikkū del antiguo Babilonia, que data del 1000 a.C., por su parte, atribuía causas sobrenaturales a la mayoría de las dolencias. Los médicos que seguían estos textos se basaban principalmente en el tacto y el sonido para sus evaluaciones. Durante la Edad Media, los médicos practicaban la uroscopia, que implicaba examinar visual, gustativa y olfativamente la orina para diagnosticar enfermedades. Esta práctica, aunque rudimentaria, era un pilar en el diagnóstico de la época.

Con la llegada de la medicina moderna en el siglo XVIII, el uso de los seis sentidos humanos como herramienta de diagnóstico fue perdiendo terreno, a medida que la ciencia descubría métodos más precisos. Sin embargo, quizás no deberíamos descartar por completo el valor de algunas de esas técnicas tradicionales. Un ejemplo sorprendente es el de una mujer que afirma poder diagnosticar la enfermedad de Parkinson simplemente por el olor, y la ciencia ha comenzado a respaldar sus asombrosas afirmaciones.

La mujer que puede oler el Parkinson

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El mundo de Joy Milne cambió cuando su esposo regresó a casa con un “tipo de olor a levadura desagradable”, según lo describió en el podcast Invisibilia. Ella no sabía qué significaba todavía. Al principio, lo atribuyó a una falta de higiene, pero ninguna cantidad de limpieza lograba eliminar ese persistente olor. Catorce años más tarde, a su esposo le diagnosticaron la enfermedad de Parkinson a la temprana edad de 45 años. Esta revelación fue el primer indicio de la extraordinaria capacidad de Joy.

Durante dos décadas, Milne y su esposo se adaptaron a sus circunstancias, pero alrededor de 2013, decidieron asistir a un grupo de apoyo para personas con Parkinson. Al llegar, Milne se vio impactada por el mismo olor penetrante con el que había convivido por más de 30 años. Se lo comentó a su esposo, que era médico, después de la reunión, y ambos sospecharon que estaban al borde de un descubrimiento trascendental. No solo porque ella podía oler el Parkinson, sino porque lo había percibido años antes de que los síntomas de la enfermedad se manifestaran clínicamente. Esta capacidad de detección temprana era realmente revolucionaria.

Presentaron sus sospechas al Dr. Tilo Kunath, un especialista que inicialmente desestimó sus afirmaciones. Sin embargo, al enterarse de la existencia de perros capaces de detectar cáncer por el olfato, decidió diseñar una prueba para Milne y la invitó a su laboratorio. El Dr. Kunath le pidió a Milne que oliera camisetas usadas durante la noche por un grupo de pacientes con Parkinson y un grupo de control. Milne identificó correctamente a todos los pacientes con Parkinson, con una sola aparente identificación errónea en el grupo de control. Menos de un año después, el sujeto “mal identificado” fue diagnosticado con Parkinson. Este fue un momento pivotal que validó sus increíbles habilidades.

¿Cómo es posible oler una enfermedad?

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Para entender este fenómeno, es útil comprender el funcionamiento de la olfacción (el sentido del olfato). Dentro de la nariz, hay millones de neuronas especializadas que envían señales al cerebro cada vez que entran en contacto con moléculas particulares. Existen alrededor de 500 tipos de estos receptores olfativos, sintonizados para detectar un conjunto específico de sustancias químicas. Lo que percibimos como un olor es, en realidad, una combinación particular de estas neuronas olfativas siendo activadas.

En el caso de Joy Milne, una vez que el Dr. Tilo Kunath confirmó la legitimidad de su habilidad, se propusieron identificar precisamente qué sustancias químicas eran responsables del olor asociado al Parkinson que Milne percibía. Los culpables se redujeron a dos compuestos químicos: aldehído perillico y eicosano. Milne describió estos compuestos como muy similares al olor característico del Parkinson. Estas sustancias químicas fueron recolectadas del sebo de los pacientes, una sustancia aceitosa secretada por la piel que la mantiene hidratada y protegida. El estudio completo, del cual Milne y Kunath fueron coautores, se publicó en la prestigiosa revista ACS Central Science en 2019, marcando un hito en la investigación de la enfermedad de Parkinson.

Milne continúa colaborando con investigadores en la actualidad. Aunque aún no existe una prueba definitiva para el Parkinson, las contribuciones de Milne han impulsado significativamente la ciencia. Al establecer que el Parkinson tiene un olor detectable, se han abierto nuevas e importantes avenidas de investigación, y parece que la promesa de una detección temprana y precisa está cada vez más cerca. Este avance es un testimonio de cómo la observación aguda y la investigación rigurosa pueden revelar nuevos horizontes en el diagnóstico médico.