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El Enigma de los Grandes Lagos: ¿Por Qué Sus Aguas No Sienten la Fuerza de las Mareas Oceánicas?
Descubre por qué los Grandes Lagos, a pesar de su tamaño, carecen de mareas significativas y cómo otros factores alteran sus niveles.
A unos 900 metros de la costa continental de Francia, en Normandía, se alza la Abadía de Mont-Saint-Michel, una majestuosa estructura similar a un castillo, erigida originalmente en el siglo VIII sobre un promontorio de granito que se eleva 78 metros desde el lecho marino. La única manera de alcanzar este edificio fortificado es a través de una calzada, excepto durante dos momentos específicos del día, cuando el mar parece desvanecerse mágicamente, revelando una vasta planicie arenosa y húmeda donde minutos antes había varias decenas de metros de agua.
Mont-Saint-Michel es célebre por este acto de desaparición, y gran parte de su atractivo turístico se debe a la fuerza única que lo convierte en un lugar tan especial: las mareas. Las mareas en la Tierra son causadas principalmente por la atracción gravitacional de la Luna y, en menor medida, del Sol. A medida que la Tierra rota, el lado del planeta que se acerca a la Luna experimenta una fuerza gravitacional que afecta directamente el agua que se encuentra debajo (y también la Tierra sólida, aunque de forma menos perceptible). Esto crea un efecto de “abultamiento” en dos lados opuestos del planeta, un fenómeno que conocemos como “marea alta”. Cuando la Tierra sigue su rotación y se aleja de la influencia directa de la Luna, la marea retrocede, dando lugar a la “marea baja”. Debido a esta danza gravitacional, las áreas costeras de todo el mundo experimentan aproximadamente dos mareas altas y dos mareas bajas cada 25 horas.
Pero esta regla no aplica a los Grandes Lagos. A pesar de ser las masas de agua dulce más grandes del continente norteamericano y de conformar el sistema de agua dulce más vasto de la Tierra, los Grandes Lagos están extrañamente desprovistos de una acción mareal significativa. ¿Cómo es esto posible? Aunque los niveles de agua en los Grandes Lagos sí fluctúan, la respuesta a lo que los impulsa revela una dinámica fascinante sobre las condiciones climáticas y meteorológicas alrededor de estos cuerpos de agua y cómo moldean su existencia.
¿Por Qué Cambian los Niveles de Agua en los Grandes Lagos?

Si bien los Grandes Lagos sí experimentan fluctuaciones mareales mínimas debido a la atracción gravitacional de la Luna y el Sol, estos cambios son relativamente minúsculos, típicamente de menos de 5 centímetros, y a menudo son eclipsados por factores meteorológicos mucho más significativos. Los patrones de viento y las variaciones de presión atmosférica juegan un papel mucho más sustancial en la alteración de los niveles de agua, lo que lleva a fenómenos conocidos como seiches.
Las seiches son ondas que oscilan y pueden causar que los niveles de agua suban o bajen varios metros en el transcurso de hasta 14 horas, razón por la cual a menudo se confunden con la acción mareal. Al igual que en los entornos intermareales oceánicos, los animales y plantas en el Lago Superior, el más grande de los Grandes Lagos, están adaptados a estas condiciones cambiantes.
Los Grandes Lagos también experimentan variaciones estacionales. El aumento de las precipitaciones y el derretimiento de la nieve contribuyen a niveles más altos en junio, mientras que la reducción del flujo de entrada en invierno disminuye los niveles en varios metros. Diferencias a más largo plazo pueden observarse como resultado de cambios en los patrones climáticos. Así, dado el impacto mínimo de las mareas gravitacionales y la dominancia de los factores meteorológicos y climáticos, los Grandes Lagos se clasifican como cuerpos de agua no mareales.
Los niveles de agua en los Grandes Lagos continúan cambiando con el tiempo. Desde finales del siglo XIX hasta hace muy poco, los niveles de agua estaban en un lento declive, pero a partir de 2023, estos niveles se encontraban ligeramente por encima del promedio, demostrando la resiliencia y la naturaleza dinámica de estos vastos ecosistemas acuáticos.
Los lagos de todo el mundo reflejan los cambios en los patrones meteorológicos y climáticos, que es una de las razones por las que los científicos los monitorean. A veces, estos cambios pueden ser bastante drásticos, como el caso del Lago Tulare en California, que desaparece por décadas. Y ocasionalmente, la fascinación de la humanidad por los lagos puede tomar un giro inesperado, como sucede con el lago aparentemente inofensivo de Nuevo México, que es en realidad una trampa mortal, subrayando la importancia de comprender la naturaleza cambiante de estos cuerpos de agua.