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El 'Eslabón Perdido': Por Qué la Ciencia Lo Desmiente y Prefiere el Árbol de la Vida

Descubre por qué el término eslabón perdido es un mito científico y cómo la evolución es un complejo árbol, no una cadena lineal.

El 'Eslabón Perdido': Por Qué la Ciencia Lo Desmiente y Prefiere el Árbol de la Vida

Si alguna vez vio un documental sobre la historia de la vida en la Tierra, es muy probable que haya escuchado el término “eslabón perdido”. Aplicado a nuestra propia historia evolutiva, evoca una imagen vívida: una criatura mitad simio, mitad humano que emerge de las brumas de la prehistoria para conectarnos con nuestras raíces ancestrales. Pero la verdad es que los científicos no usan ese término, y la mayoría desearía que usted tampoco lo hiciera. Por muy emocionante que suene, “eslabón perdido” es simplemente una reliquia del pensamiento de principios del siglo XX que, en el mejor de los casos, es engañoso y, en el peor, fundamentalmente erróneo.

La idea del eslabón perdido sugiere que la evolución es una especie de escalera, lo cual es una de las cosas que la gente suele malinterpretar sobre la evolución. Esta versión de la historia evolutiva, lineal y orientada a un objetivo, implica que la imagen biológica está incompleta hasta que una especie específica aparece en la “cima”, sea lo que sea que eso signifique. Sin embargo, las especies no evolucionan en etapas ordenadas y bien definidas. De hecho, pensar en la evolución en términos de pasos, donde una especie existe en un continuo de progresión, es solo un paradigma que los humanos hemos intentado imponer a los fenómenos naturales para poder entenderlos. Los pasos implican un punto final y actúan como un medio para un fin, pero la evolución es tanto el medio como el fin, sin importar el punto en la historia evolutiva de un animal que se examine.

Las características de transición sí existen a lo largo de las líneas de tiempo evolutivas, pero incluso entonces, los científicos prefieren términos como “ancestro común” o “forma transicional”. Esto se debe a que estos descubrimientos no tanto tapan huecos en la comprensión, sino que expanden nuestra base de conocimientos sobre lo que existió en el pasado. Los “eslabones perdidos” hacen poco más que reflejar nuestro deseo de afirmar orden y razón en un universo caótico y aleatorio. Y reconocer eso es el primer paso para llegar a algo verdaderamente interesante.

El árbol de la vida, no la cadena de la vida

El 'Eslabón Perdido': Por Qué la Ciencia Lo Desmiente y Prefiere el Árbol de la Vida

En 1863, el paleontólogo Hugh Falconer escribió una carta a su amigo Charles Darwin sobre el descubrimiento del Archaeopteryx, un animal con cola ósea y cubierto de plumas que también exhibía varios rasgos reptilianos. El Archaeopteryx era un “eslabón perdido” entre dinosaurios y aves tan bueno como se podría esperar, y hoy en día, los medios de comunicación e incluso las instituciones educativas y de investigación usan el término para describir a la criatura. Sin embargo, Darwin se abstuvo de usar el término, y este no aparece en “El origen de las especies”, publicado solo un par de años antes del descubrimiento del Archaeopteryx.

Esto se debe a que, aunque descubrimientos como el Archaeopteryx ayudan a pintar un cuadro de las líneas de tiempo biológicas, la evolución se parece más a un árbol que a una cadena. Varias ramas de especies descendientes pueden coexistir una al lado de la otra o incluso junto con la especie ancestral. En 2014, investigadores descubrieron los restos de Cambaytherium thewissi, un animal con pezuñas similar a un jabalí de 55 millones de años de antigüedad, que algunos etiquetaron como un eslabón perdido entre rinocerontes y caballos. Resulta que el animal era un primo del grupo de animales que incluye a caballos, rinocerontes y tapires. Pero C. thewissi no era un eslabón, era simplemente un pariente de caballos y rinocerontes, completamente distinto de la línea ancestral de cualquiera de ellos.

El problema de llamar a cualquier fósil un eslabón perdido es que implica un único y definitivo puente entre una especie y la siguiente. En realidad, la evolución es una compleja red de cambios, callejones sin salida y linajes superpuestos. Los fósiles de transición como el Archaeopteryx no son respuestas finales, sino más bien vistazos a patrones que continúan cambiando a medida que se realizan nuevos descubrimientos. Estos descubrimientos modifican nuestra comprensión, no la completan. Cuando los medios de comunicación etiquetan a una especie como un eslabón perdido, a menudo simplifican en exceso un proceso que es todo menos simple, y al hacerlo, oscurecen lo dinámica e intrincada que es la ciencia evolutiva.

Qué decir en lugar de “eslabón perdido”

El 'Eslabón Perdido': Por Qué la Ciencia Lo Desmiente y Prefiere el Árbol de la Vida

Si el término “eslabón perdido” es obsoleto e inexacto, ¿por qué sigue apareciendo en titulares y documentales? Parte de la razón es que los humanos buscamos naturalmente narrativas lineales con principios, medios y finales. Una historia donde los simios se convierten en humanos con algunos elementos de transición satisface ese deseo. Las ramas fallidas y las redes extremadamente intrincadas constituyen una realidad mucho menos conveniente. Pero es la realidad, y como tal, los científicos suelen preferir términos como “ancestro común”, “fósil de transición” o “grupo corona/tronco” al referirse a las relaciones evolutivas.

Estas frases reflejan la realidad matizada de que una especie puede exhibir rasgos encontrados en múltiples grupos sin ser un ancestro directo, como esa característica que falta en su muñeca y que es una clara señal de evolución, o la parte “inútil” de su columna vertebral que en realidad es bastante importante. Por ejemplo, el término “forma transicional” captura la idea de que una especie puede exhibir características tanto de un grupo más antiguo como de uno nuevo sin implicar que es el único eslabón entre ellos (aunque, en el habla cotidiana, “transicional” todavía está incómodamente cerca del concepto de “eslabón”).

Los grupos corona incluyen organismos vinculados por su último ancestro común, y los grupos tronco son animales extintos que muestran algunas características del grupo corona al que pertenecen. Estudiar ambos puede ayudar a los investigadores a determinar el orden en que estas características aparecieron en la línea de tiempo evolutiva. Aunque ninguno de estos términos es tan pegadizo como “eslabón perdido”, representan con mayor fidelidad cómo funciona realmente la evolución, un concepto con más de su justa cuota de tergiversación en la cultura popular.