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El Núcleo de la Luna: Descubriendo su Misteriosa Composición y Similitudes Terrestres
Explora las últimas revelaciones sobre el núcleo lunar: sólido, denso y sorprendentemente similar al de la Tierra. Un misterio desvelado.
Por mucho tiempo, el corazón de la Luna ha sido un enigma para los científicos. Sin embargo, investigaciones recientes han brindado una visión valiosa sobre su composición interna. Un estudio notable de mayo de 2023, por ejemplo, presenta evidencia convincente de que el núcleo lunar es sólido, y no líquido como se creía anteriormente. Lo que resulta aún más fascinante es que este estudio sugiere que el núcleo de la Luna posee una densidad similar al hierro, lo que lo acercaría sorprendentemente al de nuestro propio planeta. Es comprensible que recolectar datos sobre el núcleo de la Luna sea un desafío monumental. Después de todo, obtener información sobre el núcleo de la Tierra ya es una tarea compleja, mucho más si se trata de nuestro distante satélite. De hecho, el estudio del núcleo terrestre representa una labor masiva y continua. No obstante, es un campo de investigación de inmensa valía, dado que el núcleo de la Tierra cumple una función vital al generar el campo magnético que nos protege de los dañinos rayos cósmicos. Considerando la teoría más aceptada sobre la formación de la Luna, las similitudes entre los núcleos de ambos cuerpos celestes no deberían sorprendernos. La mayoría de los astrofísicos plantean que la Luna se formó cuando un cuerpo del tamaño de Marte colisionó con la joven Tierra, lo que provocó una violenta mezcla de materia. Según esta teoría, esa materia se cohesionó eventualmente para dar origen a la Luna que conocemos hoy. Como resultado, la Tierra y la Luna comparten muchas características y elementos, lo que hace que la idea de que también compartan núcleos similares no sea descabellada.
¿De qué está hecho el núcleo de la Luna? 
Simplemente por el hecho de que la Luna es constantemente impactada por meteoritos, mientras que la atmósfera terrestre logra incinerar la mayoría antes de que lleguen a la superficie, es justo asumir que la atmósfera lunar y el campo magnético son bastante diferentes a los de la Tierra. Pero no necesitamos solo suponerlo: las investigaciones demuestran que tanto la atmósfera como el campo magnético de la Luna son casi inexistentes. Como consecuencia, la Luna es vulnerable a ser bombardeada por escombros espaciales, lo que genera los característicos cráteres en su superficie. Sin embargo, esto no implica que la Luna carezca de un núcleo activo.
El entendimiento actual es que la Luna posee un núcleo de metal denso, compuesto principalmente de hierro con pequeñas cantidades de níquel. En comparación con otros núcleos sólidos, el de la Luna es relativamente pequeño. Para dimensionar, el núcleo de la Tierra abarca aproximadamente el 50% de su diámetro, mientras que el núcleo de la Luna ocupa apenas alrededor del 20% de su diámetro. Rodeando este pequeño núcleo lunar se encuentran el manto y la corteza, que también son notablemente estáticos. Pero, aunque es muy probable que el núcleo de la Luna sea sólido, aún existe la posibilidad de que magma líquido activo se agite dentro de su manto. Estudios sobre la composición química de la Luna sugieren que en el pasado tuvo un interior magmático intensamente activo. A medida que los materiales densos (como el hierro) fueron atraídos hacia el centro de la Luna y los materiales más ligeros se desplazaron hacia la superficie, las capas internas de la Luna se fueron enfriando.
Un estudio de 2011, publicado en la revista Science, sugiere que la Luna no se ha congelado por completo. Este artículo analizó datos sísmicos para argumentar que el núcleo de la Luna podría ser hasta un 60% líquido en volumen. Sin embargo, el mismo estudio también presenta evidencia de que el núcleo interno es sólido mientras que el núcleo externo es líquido, lo que añade capas de complejidad a su entendimiento.
Lo que aún no sabemos sobre el núcleo de la Luna 
Las propuestas sobre el núcleo de la Luna se basan en tres fuentes principales de datos: estudios telescópicos desde la Tierra, sensores remotos de naves lunares no tripuladas, y las muestras traídas a la Tierra por los astronautas que caminaron en la Luna. Estos últimos datos han resultado ser los más reveladores, ya que condujeron al descubrimiento de clastos de anortita en la superficie lunar. Estas estructuras moleculares proporcionan una fuerte evidencia de que la Luna pasó por una fase de fusión que permitió la cristalización y formación de tales compuestos. Claramente, gran parte de lo que sabemos sobre lo que yace bajo la superficie lunar se basa en extrapolaciones y modelos. Los científicos admiten abiertamente un vasto déficit en nuestra comprensión del núcleo lunar, y cada nuevo dato puede proporcionar nuevas perspectivas.
No obstante, esto no significa que debamos desacreditar los hallazgos de los estudios lunares. La mayoría de las investigaciones sobre el núcleo de la Luna apuntan hacia un núcleo lunar sólido con un manto magmático. Y aunque los científicos continúan debatiendo y perfeccionando el “modelo del océano de magma” de la Luna, el consenso general describe una Luna con un mundo interior no muy distinto al de nuestro hogar terrestre. Aunque más débil y más pequeño, el núcleo lunar parece ser, de alguna manera, un gemelo del núcleo de la Tierra.