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El Quagga: La Cebra de Llanura Sudafricana que Podría Volver del Pasado
Explora el Quagga, una subespecie de cebra extinta, y el proyecto que busca traerla de vuelta. Una historia fascinante.
La cebra de llanura (Equus quagga) es uno de los animales más icónicos y reconocibles del mundo. Sin embargo, existe un miembro de esta especie que no ha sido visto en más de un siglo: el quagga (E. q. quagga), una subespecie que alguna vez habitó las templadas praderas de Sudáfrica. Los nativos locales le dieron su nombre en imitación de su llamado gutural, un sonido que perduraría en el nombre científico de todas las cebras de llanura.
El quagga poseía una característica distintiva que lo diferenciaba de las cebras de llanura que hoy vemos en safaris y zoológicos, y esta particularidad reside en el rasgo más famoso de las cebras: sus rayas. A diferencia de otros miembros de su especie, el quagga solo presentaba rayas en su cabeza y cuello. A medida que avanzaban hacia la parte delantera de su cuerpo, las rayas se desvanecían, transformándose en un pelaje de color marrón sólido. Esto le confería una apariencia única, una fascinante mezcla entre una cebra y un caballo.
El destino del quagga, similar a la extinción del dodo y de innumerables otras especies, se selló en el siglo XIX. Una combinación letal de la caza humana y la expansión agrícola en la región condujo a su desaparición. Los colonos valoraban al quagga por su carne y su hermosa piel, utilizada para fabricar artículos de cuero. Además, era visto como un obstáculo por los agricultores, quienes deseaban usar las praderas como pastizales para su ganado. La última quagga en la Tierra falleció en un zoológico en 1883, marcando el fin de un animal verdaderamente único… o quizás no del todo.
Cómo era la vida para el quagga

Cuando los quaggas aún deambulaban por las praderas sudafricanas, llevaban un estilo de vida similar al de las cebras de llanura actuales. Eran herbívoros que se alimentaban de pasto, y vivían en manadas que solían agrupar entre 30 y 50 individuos. Estas manadas funcionaban como verdaderas familias, donde cada quagga pasaba toda su vida con el mismo grupo. Eran animales polígamos, con sementales machos manteniendo un harén de yeguas hembras. En ocasiones, los sementales incluso luchaban entre sí para robar yeguas de otras manadas.
Sus depredadores naturales incluían grandes felinos como leones, guepardos y leopardos, quienes aprovechaban la densidad de las praderas para acechar a los quaggas desprevenidos. Para mantenerse a salvo, un miembro de la manada permanecía despierto toda la noche, vigilando la presencia de posibles amenazas. Las rayas no eran la única diferencia entre los quaggas y otras cebras de llanura. Los quaggas poseían patas más largas, adaptadas a un estilo de vida de constante migración. Relatos de la época de su existencia señalan que eran animales altamente sociales y, en general, se les consideraba menos agresivos que otras cebras de llanura. Desafortunadamente, esta característica pudo haberlos convertido en blancos más fáciles para los cazadores.
A pesar de sus singularidades, los quaggas eran constantemente confundidos con otras cebras de llanura, en parte porque la palabra ‘quagga’ se usaba alguna vez para referirse a cebras de todas las variedades. Una de las razones principales por las que el quagga se extinguió fue que su singularidad y la necesidad de su conservación no fueron reconocidas a tiempo.
El esfuerzo por recuperar al quagga

Cuando el último quagga falleció en cautiverio y no quedaban ejemplares en la naturaleza, se asumió naturalmente que se habían ido para siempre. Una vez que una especie se extingue, se considera que no hay vuelta atrás. Sin embargo, en la década de 1970, un sorprendente análisis de ADN de cuerpos de quaggas preservados en museos reveló algo asombroso. Siempre se había creído que los quaggas eran una especie de cebra completamente distinta, pero el ADN demostró que en realidad eran una subespecie de la cebra de llanura, que todavía prospera en África. Si los genes extintos del quagga aún sobreviven en las cebras de llanura, existe la posibilidad de que esta criatura, perdida hace tanto tiempo, pueda regresar.
En 1987, un grupo de científicos sudafricanos lanzó el Proyecto Quagga, una iniciativa ambiciosa para ‘resucitar’ al quagga a través de la cría selectiva de cebras. Se seleccionaron cebras de llanura en cautiverio con características similares a las de los quaggas, como un patrón de rayas mínimo y un pelaje marrón en lugar de negro. Estos individuos fueron cruzados, produciendo crías que, con cada generación, se parecían progresivamente más a los quaggas originales. Este proceso tomará muchas generaciones, cada una acercándose más a sus parientes extintos.
El proyecto ha sido recibido con una mezcla de esperanza y escepticismo. Muchos argumentan que los resultados son simplemente cebras de diferente color, y no una subespecie distinta en el sentido genético. Los esfuerzos están lejos de terminar, y se necesitarán futuros análisis genéticos para determinar si el quagga ha regresado verdaderamente de las garras de la extinción.