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El Sol y Sus Ciclos: Desvelando el Impacto en la Tierra y la 'Zona de Batalla' Solar
Explora los ciclos solares y su influencia en la Tierra, incluyendo la enigmática 'zona de batalla' y sus posibles efectos.
Desde tiempos inmemoriales, la humanidad ha fijado su mirada en el Sol, la estrella que da vida a nuestro sistema. Su estudio, que abarca milenios, ha permitido a los científicos desentrañar complejidades como el ciclo solar de 11 años, una de las características fundamentales de nuestra estrella, que describe la progresión y regresión de las manchas solares y las llamaradas solares. Comprender cómo este ciclo afecta a la Tierra y su clima es crucial en la era moderna. Aunque la actividad solar alcanza su pico durante el máximo solar, algunos pronosticadores del clima espacial advierten sobre un período recientemente identificado: la “zona de batalla”. Este fenómeno, que emerge cuando dos bandas del ciclo de Hale compiten entre sí, podría desatar condiciones aún más intensas hacia 2026-2027.
Un equipo de científicos de Lynker Space, una entidad que ofrece pronósticos del clima espacial en tiempo real, ha estado inmerso en el análisis de las bandas magnéticas que se forman durante el ciclo de Hale. Este ciclo, que se extiende por aproximadamente 22 años, comprende dos ciclos solares sucesivos, cada uno de los cuales culmina con la inversión del campo magnético del Sol. A menudo, estas bandas magnéticas son subestimadas en favor del monitoreo de las manchas solares. Sin embargo, al estudiar las bandas del ciclo de Hale, el equipo logró predecir con precisión el inicio del máximo solar, que comenzó en octubre de 2024.
Durante su meticuloso análisis, los científicos de Lynker Space descubrieron que las bandas magnéticas del ciclo de Hale surgen cerca de los polos del Sol —una en cada hemisferio—, coincidiendo con el máximo solar. Durante los siguientes 17 a 19 años, estas bandas se desplazan lentamente hacia el ecuador, generando un desequilibrio que propicia la formación de manchas solares. Dado que el máximo solar ocurre aproximadamente cada 11 años, otro conjunto de bandas con polaridad opuesta aparece cerca de los polos y también migra hacia el ecuador, dirigiéndose hacia las primeras bandas. Las dos bandas en cada hemisferio mitigan el desequilibrio, impidiendo la formación de manchas solares, pero al final chocan, creando lo que los científicos han denominado la “zona de batalla”.
¿Qué condiciones peligrosas crea el período de la zona de batalla?

El nuevo término “zona de batalla” hace referencia al período de actividad geomagnética amplificada que sigue al máximo de manchas solares. Una de las consecuencias de esta mayor actividad es que el Sol continuará produciendo un elevado número de llamaradas solares durante varios años después del máximo solar. Las llamaradas solares afectan a la Tierra al emitir campos magnéticos y rayos X que generan tormentas geomagnéticas. Cuando estas tormentas alcanzan nuestro planeta, la aurora boreal se vuelve más visible en el cielo nocturno, incluso en lugares donde normalmente es imposible observarla. Adicionalmente, las tormentas magnéticas derivadas de las llamaradas solares pueden interrumpir las redes eléctricas, interferir con las transmisiones de radio y dañar satélites, lo que incluso podría provocar que estos últimos pierdan su órbita y regresen a la Tierra.
No obstante, aún más peligrosos son los agujeros coronales gigantes que se desarrollan durante la zona de batalla debido al choque de las bandas del ciclo de Hale. Estas regiones, que aparecen como manchas oscuras en el Sol en imágenes de rayos X suaves y ultravioleta extremo, son menos densas que el plasma circundante del Sol. Sus campos magnéticos abiertos y unipolares permiten que el viento solar —un flujo continuo de partículas cargadas— escape de la atmósfera de la estrella a altas velocidades.
Si bien los vientos solares afectan a la Tierra de manera similar a las llamaradas solares, el equipo de Lynker Space advierte que podrían ser más comunes y potentes mientras la zona de batalla esté activa. Los científicos también alertan que incluso los operadores de satélites en órbita baja y en tierra deben permanecer vigilantes. Después de todo, la combinación de llamaradas solares y agujeros coronales podría generar una tormenta geomagnética tan intensa como el Evento Carrington de 1859, que representó una de las mayores amenazas espaciales para la Tierra conocidas en la historia.