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La Teoría del Carrito de Compras: Un Reflejo Inesperado de la Autogobernanza y la Ética Cotidiana
Explora cómo el acto de devolver el carrito de compras revela la autogobernanza y el impacto de nuestras pequeñas acciones en la sociedad.
A primera vista, la pregunta de si eres una buena o mala persona puede parecer complicada. Sin embargo, para muchos en el vasto universo de internet, la respuesta se reduce a una acción sorprendentemente sencilla: ¿devuelves tu carrito de compras en la tienda? Esta es la premisa de la “Teoría del Carrito de Compras”, un concepto que surgió en una publicación de 4chan el 8 de mayo de 2020 y que rápidamente se transformó en un fenómeno viral, generando miles de debates y memes en las redes sociales.
La teoría propone que la capacidad de una persona para ejercer el autogobierno puede determinarse basándose únicamente en si devuelve o no su carrito de compras. Al carecer de una recompensa directa por devolverlo y de un castigo por no hacerlo, la única motivación real para regresarlo es la bondad innata del corazón de uno. Es un acto de cortesía, de civismo, que no es impulsado por la ley ni por incentivos externos, sino por una elección puramente personal.
Esta fascinante idea ha proporcionado un campo fértil para científicos interesados en el comportamiento humano y para quienes buscan temas para ensayos de ética. De hecho, la antropóloga Krystal D’Costa ya había explorado el tema en un artículo para Scientific American en 2017, tres años antes de que la teoría explotara en línea. Aunque solo hay una razón para devolver el carrito —un deseo de mantener el orden— D’Costa identifica múltiples razones por las que la gente lo abandona. Algunas personas podrían no regresarlo porque no hay un lugar cercano, tienen un hijo pequeño al que no quieren dejar solo en el auto, o simplemente creen que es trabajo de un empleado de la tienda recogerlos. Cualquiera que sea la razón, su elección tiene ramificaciones que van mucho más allá de lo que imaginan.
¿Qué tipo de usuario de carrito de compras eres tú?

Krystal D’Costa argumenta que los compradores pueden clasificarse en cinco grupos distintos. Están los Devolvedores, quienes siempre regresan sus carritos sin importar las circunstancias, y los Nunca Devuelven, sus opuestos. También existen los Devolvedores por Conveniencia, que regresan el carrito solo si están estacionados cerca de un contenedor, y los Devolvedores por Presión, quienes lo hacen únicamente si un encargado los está observando. Finalmente, están los Devolvedores Impulsados por Niños, que devuelven sus carritos como parte de un juego con sus hijos (porque ¿quién no disfrutó alguna vez de subirse al carrito cuando era niño?).
Dentro de este modelo, solo los Devolvedores puros caen en el lado positivo de la Teoría del Carrito de Compras. Los devolvedores por conveniencia, por presión y los impulsados por niños, todos están influenciados por un factor externo, lo que demuestra que, en cierta medida, dependen de alguna forma de gobierno externo para sus acciones.
Tanto el artículo de Scientific American como las posteriores publicaciones sobre la Teoría del Carrito de Compras generaron cierta controversia en redes sociales, especialmente entre padres que argumentaban que se negaban a devolver los carritos por miedo a dejar a sus hijos solos en el auto. Después de todo, el comportamiento no debería ser una señal de una personalidad maquiavélica. Sin embargo, como D’Costa señala con su grupo de devolvedores impulsados por niños, muchas personas también usan a los pequeños como motivación adicional para devolver el carrito, convirtiéndolo en una especie de juego.
Abandonar un carrito de compras puede desencadenar un efecto mariposa

No regresar un carrito de compras puede parecer una elección insignificante. Al fin y al cabo, no hay recompensas ni castigos directos por devolverlo. Sin embargo, existe una delgada línea entre una pequeña incomodidad y una gran molestia, y en varias partes del mundo se están tomando medidas para frustrar a quienes abandonan los carritos. La cadena de supermercados Aldi, por ejemplo, exige a los clientes que paguen por los carritos, un depósito que solo pueden recuperar si lo devuelven al finalizar sus compras. Mientras tanto, se han implementado leyes en múltiples municipios alrededor del mundo que multan a individuos y negocios por abandonar carritos fuera de la propiedad o en zonas de estacionamiento para personas con discapacidad. Incluso ha habido esfuerzos “vigilantes” para frenar esta ofensa, como el canal de YouTube Cart Narcs, que graba a quienes abandonan carritos con cámaras ocultas.
Pero hay más en esta imagen que solo unos cuantos carritos extraviados. Investigaciones demuestran que pequeños actos de comportamiento desordenado pueden iniciar un efecto mariposa, llevando a problemas más generalizados. En un estudio publicado en Science en 2008, investigadores colocaron volantes en autos en un estacionamiento donde había carritos de compras abandonados y encontraron que el 58% de las personas tiraron los volantes al suelo, aparentemente despreocupadas por las razones por las cuales tirar basura es perjudicial. Cuando los investigadores recrearon el mismo experimento en un estacionamiento donde todos los carritos habían sido colocados en sus receptáculos adecuados, solo el 30% de las personas tiraron basura. Nuestras acciones, por pequeñas que sean, sientan un ejemplo para los demás, y la Teoría del Carrito de Compras debería recordarnos eso. Es un pequeño acto que, al final, habla mucho de nuestra responsabilidad personal y de cómo contribuimos al orden o al desorden de nuestra comunidad.