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Por Qué las Mujeres Sienten Más Frío que los Hombres: Una Explicación Científica y Social

Descubre las razones biológicas, hormonales y ambientales por las que las mujeres suelen percibir el frío con mayor intensidad que los hombres.

Por Qué las Mujeres Sienten Más Frío que los Hombres: Una Explicación Científica y Social

A todos nos resulta familiar esta escena: tú estás acurrucado bajo una manta, usando calcetines gruesos y una sudadera con capucha, mientras tu pareja se relaja en shorts, afirmando que la habitación se siente “perfecta”. Te preguntas si tienen un horno incorporado. Ellos se preguntan si estás exagerando. Pero, como se ha demostrado, esta diferencia en la tolerancia a la temperatura no es solo una cuestión de confort; tiene sus raíces en la biología, las hormonas e incluso el diseño de los edificios.

La observación de que las mujeres a menudo sienten más frío que los hombres no es nueva, y tampoco es meramente anecdótica. En innumerables hogares, oficinas y aviones, se ha convertido en una regla tácita que las mujeres ajustan el termostato mucho antes de que los hombres en la habitación perciban un escalofrío. Y la ciencia tiene mucho que decir al respecto. En promedio, las mujeres tienden a tener las manos y los pies más fríos, una tasa metabólica basal más baja y diferentes patrones de flujo sanguíneo. Todo esto influye en cómo el cuerpo percibe la temperatura, incluso cuando el frío es tan intenso que parece que las extremidades se han adormecido. Las hormonas como el estrógeno también desempeñan un papel fundamental en la amplificación de la sensación de frío.

Pero aquí está la clave: incluso la forma en que diseñamos espacios compartidos, como las oficinas, tiende a reflejar una fisiología masculina por defecto, creando entornos que dejan a muchas mujeres temblando. Así que, la próxima vez que alguien te diga que siempre tienes frío, ten presente que estás respaldada por la biología evolutiva, la ciencia circulatoria y décadas de configuraciones de termostatos desalineadas. A continuación, profundizaremos en lo que realmente sucede bajo la superficie —desde los vasos sanguíneos hasta los sesgos en el lugar de trabajo— para comprender mejor por qué el confort térmico puede ser cualquier cosa menos equitativo (y cómo la temperatura puede afectar también el metabolismo).

La ciencia detrás del escalofrío

Por Qué las Mujeres Sienten Más Frío que los Hombres: Una Explicación Científica y Social

En el centro de la percepción de la temperatura reside una división fisiológica: el metabolismo. Las mujeres generalmente tienen una tasa metabólica basal más baja que los hombres, lo que significa que producen menos calor corporal en reposo. La masa muscular juega un papel crucial en la generación de calor, y dado que los hombres típicamente tienen más masa muscular magra, tienden a generar más calor que las mujeres, cuyos cuerpos a menudo conservan energía, a veces a expensas de la calidez. Es por ello que, en un mismo ambiente, las mujeres pueden sentir el frío con mayor intensidad.

“Básicamente, los hombres generan sus propias ‘islas de calor’, como pequeños calentadores andantes”, explicó el Dr. Rob Danoff, médico osteópata. “Pero dado que las mujeres típicamente tienen menos masa muscular y evaporan menos calor a través de los poros de su piel, podrían sentir más frío que los hombres en una habitación con la misma temperatura del aire.” Paradójicamente, las mujeres también tienden a tener más grasa subcutánea, lo que uno esperaría que ayudara a atrapar el calor. Y hasta cierto punto lo hace, pero la grasa también actúa como aislamiento, reduciendo la transferencia de calor de los músculos a la piel. Las mujeres también son más pequeñas que los hombres en promedio, lo que significa que pierden calor más rápidamente debido a una mayor relación superficie-volumen. Esta combinación de factores contribuye a su sensación de frío.

Combina eso con la forma en que el cuerpo femenino regula el flujo sanguíneo a través de los cambios hormonales del estrógeno y la progesterona. El primero dilata los vasos sanguíneos en las extremidades del cuerpo, lo que resulta en una mayor pérdida de calor al aire. La segunda causa que los vasos sanguíneos en la piel se contraigan un poco, de modo que menos sangre fluye a algunas áreas mientras se mantiene el núcleo caliente. La piel es el órgano más grande del cuerpo, por lo que su comportamiento en relación con el calor es fundamental. Curiosamente, las mujeres también son más propensas a desarrollar la enfermedad de Raynaud, una condición en la que los vasos que llevan sangre a las extremidades se contraen excesivamente en respuesta a las temperaturas frías. Así que, no es solo “en tu cabeza”, tus hormonas, circulación y biología contribuyen a ese escalofrío que te hace buscar un suéter.

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Por Qué las Mujeres Sienten Más Frío que los Hombres: Una Explicación Científica y Social

Resulta que el escalofrío no solo está en tu cabeza, sino que está incorporado en los edificios. Un estudio histórico publicado en Nature Climate Change en 2015 encontró que muchos sistemas de control climático interior se basan en una fórmula de la década de 1960 diseñada para la tasa metabólica de un hombre promedio de 40 años que pesaba alrededor de 70 kilogramos. Este estándar obsoleto aún informa el diseño de los sistemas de aire acondicionado de oficina hoy en día, creando ambientes que pueden sentirse cómodos para algunos, pero gélidos para muchas mujeres. Este desajuste en el confort térmico es una realidad diaria para millones.

Las elecciones de vestimenta también pueden reforzar esta incomodidad. En entornos profesionales, las normas sociales a menudo esperan que las mujeres usen telas más ligeras, faldas o blusas, incluso cuando las temperaturas bajan. Mientras tanto, se espera que los hombres se vistan en capas o usen trajes completos, lo que ofrece más aislamiento. No se trata solo del termostato y la biología, sino también de cuáles son las costumbres sociales que influyen en cómo nos vestimos y, por ende, en cómo percibimos la temperatura.

Finalmente, la percepción también juega un papel. Las investigaciones sugieren que las mujeres pueden tener una mayor sensibilidad a los cambios de temperatura, especialmente en entornos estáticos como oficinas o aviones. Ya sea debido a factores fisiológicos o psicológicos, el resultado es el mismo: las mujeres tienden a experimentar un mundo más frío. Comprender esto no se trata solo de resolver la gran disputa por la manta; se trata de reconocer cómo los entornos construidos, las expectativas culturales y la biología se intersecan para dar forma a nuestro confort diario. Entonces, ¿qué necesita cambiar? Algunos investigadores sugieren actualizar el modelo de oficina de la década de 1960 para que sea más inclusivo con las necesidades de las mujeres. Utilizando los datos disponibles, comunidades grandes y pequeñas podrían intentar modificar las expectativas de vestimenta igualmente obsoletas en entornos profesionales, creando un ambiente de trabajo más agradable para todos.