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Robótica Adaptativa: La Innovadora Capacidad de los Robots para Auto-Amputarse y Salvar Vidas
Robots con auto-amputación revolucionan la búsqueda y rescate. Descubre cómo se adaptan para sobrevivir y superar obstáculos en entornos peligrosos.
La era robótica avanza a pasos agigantados, transformando cada aspecto de nuestra sociedad. Si bien persisten los debates sobre el impacto de la inteligencia artificial, es innegable su potencial para preservar vidas, especialmente en medicina y servicios de emergencia. Recientemente, un avance singular ha capturado la atención: un robot diseñado para auto-amputarse. Esta capacidad, aparentemente contraintuitiva, podría otorgarle una durabilidad y eficacia sin precedentes en situaciones críticas.
En mayo de 2024, investigadores de la Universidad de Yale presentaron en la revista Advanced Materials un hito en la robótica que desafía las convenciones. Su invención, de un tamaño similar al de la palma de la mano y con cuatro patas que recuerdan a las de un cangrejo, parece modesta a primera vista. Sin embargo, su carácter revolucionario reside en su habilidad para desprender sus propias extremidades si estas sufren daños. Este mecanismo es comparable a la forma en que un gecko desprende su cola para escapar de un depredador. Pero, ¿cuál es el propósito de esta auto-amputación en un robot?
Esta naciente innovación robótica alberga un potencial inmenso para las misiones de búsqueda y rescate. En escenarios donde estructuras colapsadas han atrapado personas, los robots podrían intervenir sin exponer más vidas humanas. No obstante, estos sitios están plagados de peligros, como escombros inestables que podrían atrapar un robot. Al contar con extremidades desprendibles, estos robots de búsqueda y rescate podrían liberarse de trampas y continuar su misión vital, aumentando significativamente las probabilidades de éxito en operaciones complejas.
La Tecnología Detrás del Robot de Auto-Amputación

El trabajo de los roboticistas de Yale representa la vanguardia de un campo emergente conocido como robótica blanda. Al imaginar un robot, usualmente visualizamos una máquina rígida, construida con metales o materiales sólidos e inflexibles. Su forma invariable impone limitaciones a su funcionalidad, especialmente en la libertad de movimiento. La robótica blanda, en contraste, se enfoca en robots con una forma altamente flexible, capaces de adaptarse y, en cierto modo, ‘cambiar de forma’ para navegar por entornos impredecibles.
Los robots blandos se construyen utilizando materiales maleables denominados elastómeros. Un elastómero es un material compuesto por moléculas de gran tamaño llamadas polímeros elásticos. Son intrínsecamente flexibles bajo la aplicación de fuerza, pero recuperan su forma original una vez que dicha fuerza es retirada, de manera similar a cómo una masa de pan vuelve a su lugar cuando se la presiona. Los robots blandos también pueden incorporar geles y fluidos para acentuar aún más su maleabilidad y adaptabilidad.
Para su novedoso robot, el equipo de Yale desarrolló un elastómero termoplástico biocontinuo, una evolución de los polímeros termoplásticos comunes ya en uso. Este nuevo material permanece sólido hasta los 140 grados Celsius (284 grados Fahrenheit), punto en el cual se funde. Cuando la temperatura desciende, el elastómero retorna a su estado sólido. Si una de las patas del robot queda atrapada, el elastómero se calienta, fundiendo la articulación donde la extremidad se une al cuerpo. Esto permite al robot abandonar su apéndice dañado y proseguir con su misión sin afectar la integridad de su cuerpo principal. Esta innovadora tecnología permite una resiliencia sin precedentes en entornos hostiles, otorgando a los robots una capacidad de supervivencia que antes solo se observaba en organismos biológicos.
Inspiración de la Naturaleza en Esta Nueva Tecnología

Aunque la tecnología detrás del nuevo robot de Yale es vanguardista, su inspiración se halla en antiguos miembros del mundo natural. Numerosas especies animales tienen la capacidad de desprender sus extremidades u otras partes del cuerpo en situaciones de emergencia para sobrevivir. El gecko, que puede desprender su cola si un depredador lo atrapa y, posteriormente, regenerar una nueva, es quizás el ejemplo más conocido de los beneficios de supervivencia que ofrece el abandono de apéndices. Sin embargo, en el ámbito de la robótica blanda, la estrella de mar ofrece una comparación aún más pertinente, con su cuerpo flexible y su habilidad para desprender cualquiera de sus brazos en un momento crítico, demostrando una impresionante capacidad de auto-preservación.
Una limitación actual de este robot, en comparación con sus contrapartes naturales, es la incapacidad de regenerar extremidades; sin embargo, las reparaciones podrían realizarse manualmente por un roboticista una vez finalizada la misión. Un desafío clave que debe abordarse es el destino de las extremidades desprendidas. Los materiales actuales empleados en el robot no son biodegradables, a diferencia de una extremidad natural que se reincorpora a la naturaleza. Uno de los próximos pasos para avanzar esta tecnología será la incorporación de materiales biodegradables para hacerla aún más efectiva y sostenible, minimizando su impacto ambiental.
Aunque la naturaleza especializada de esta tecnología quizás no sea aplicable a los robots que utilizamos en la vida cotidiana, su potencial singular en escenarios de búsqueda y rescate la consolida como uno de los avances robóticos más apasionantes de los últimos tiempos. Esta innovación promete un futuro donde los robots no solo asisten, sino que también perseveran y superan los desafíos en las condiciones más adversas, demostrando una resiliencia que antes solo veíamos en la biología y abriendo nuevas fronteras para la interacción entre humanos y máquinas en situaciones de vida o muerte.