Inicio / Ciencia
Sverresborg: Cómo la Ciencia Confirmó una Antigua Leyenda Nórdica
Un esqueleto en un pozo noruego valida una saga vikinga. La arqueología y el ADN revelan la sorprendente verdad.
En el vasto tapiz de la historia, la línea que separa el mito de la realidad a menudo se difumina. La distinción principal radica en la evidencia: aquello que podemos comprobar se considera un hecho histórico, mientras que el resto se atribuye a la ficción o, al menos, a la hipérbole. Sin embargo, lo que es ‘comprobable’ está en constante expansión gracias a los avances en la tecnología. Un reciente hallazgo en Noruega sugiere que las antiguas leyendas podrían merecer más crédito del que les hemos dado.
La antigua epopeya nórdica, conocida como la “Sverris Saga”, narra el reinado de Sverrir Sigurdsson, quien ascendió al trono de Noruega a finales del siglo XII, en medio de una serie de guerras civiles. Sverrir rápidamente se ganó la enemistad de los arzobispos locales al buscar socavar la autoridad papal. En 1197, la tensión llegó a su punto máximo: las fuerzas afiliadas a la iglesia, conocidas como los Baglers (derivado del nórdico para “báculo de obispo”), atacaron la fortaleza de Sverrir, el castillo de Sverresborg. Sverrir salió ileso, ya que no se encontraba en la ciudad ese día, pero los invasores destruyeron todo a su paso. La “Sverris Saga” afirma que los Baglers, en un acto final de desafío al retirarse, incluso arrojaron a un hombre muerto al pozo del rey.
Esta historia fue considerada durante mucho tiempo como una anécdota, una fábula. Sin embargo, en 1938, mientras los arqueólogos excavaban las ruinas del castillo de Sverresborg, hicieron un descubrimiento inquietante. A unos seis metros de profundidad en el pozo de piedra, distinguieron la inconfundible forma de un esqueleto humano. ¿Era real el apócrifo Hombre del Pozo? Tomaría casi un siglo demostrarlo, pero ahora podemos afirmar con bastante confianza que la respuesta es afirmativamente sí.
Cómo los científicos identificaron al Hombre del Pozo

El descubrimiento del Hombre del Pozo en 1938 avivó el debate sobre si la “Sverris Saga” era un hecho o una ficción, pero pasarían décadas antes de obtener respuestas concretas. Los arqueólogos de los años 30 disponían de equipos menos avanzados, lo que imposibilitaba una extracción limpia de los huesos de su entorno. Todo lo que el equipo pudo hacer en ese momento fue tomar una fotografía del sitio. Poco después, los esfuerzos de investigación sufrieron un golpe devastador con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, durante la cual las fuerzas alemanas tomaron el control de Noruega. Establecieron una base en los terrenos de Sverresborg y llenaron el pozo con equipo militar.
No fue hasta 2016 que finalmente se completó una excavación adecuada de Sverresborg, y el Hombre del Pozo fue removido de su entorno. Gracias a métodos como la datación radiactiva, similar a la utilizada para datar fósiles, los investigadores estimaron su muerte hace aproximadamente 900 años, lo que coincide con el periodo de la “Sverris Saga”. Sin embargo, la pregunta de quién era este hombre persistía. La saga no proporcionaba detalles, por lo que los investigadores tuvieron que recurrir al plano de la vida: el ADN.
Esto resultó ser increíblemente difícil, ya que las bacterias habían colonizado la mayoría de los huesos, dejando muy poco ADN humano. No obstante, investigadores de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología y del Instituto Noruego de Patrimonio Cultural lograron extraer ADN de uno de los dientes del Hombre del Pozo y secuenciarlo. Sus hallazgos, publicados en la revista iScience, revelaron que el Hombre del Pozo provenía de un lugar inesperado.
La sorprendente implicación de la identidad del Hombre del Pozo

Durante mucho tiempo se asumió que el Hombre del Pozo debía haber sido uno de los soldados del rey Sverrir, asesinado por los invasores Baglers, pero el análisis de ADN ha desmentido aparentemente esta teoría. Una de las informaciones más cruciales que se puede obtener al conocer la secuencia de una molécula de ADN se refiere a las mutaciones genéticas, particularmente las mutaciones hereditarias que recibimos a través de nuestras líneas familiares.
El análisis del ADN del Hombre del Pozo indicó que poseía los rasgos nórdicos clásicos de cabello rubio y ojos azules. Sin embargo, también reveló que había nacido en Agder, una región en el extremo sur de Noruega, bastante lejos de Sverresborg, que se encuentra en el centro del país, cerca de la actual ciudad de Trondheim. Esto es bastante curioso, ya que Agder era un bastión de los Baglers, lo que significa que el hombre que los asaltantes arrojaron al pozo del rey Sverrir era probablemente uno de los suyos. A la luz de esto, los historiadores han revisado su interpretación de la antigua saga.
El esqueleto del Hombre del Pozo carece de un brazo y presenta marcas de traumatismo craneal, lo que indica un final violento. Ahora se cree que era uno de los Baglers y que su grupo lo arrojó al pozo con la esperanza de contaminar el agua del rey. Sin embargo, al destruir los terrenos del castillo, los Baglers ya se habían asegurado de que el rey no volvería a hacer de Sverresborg su hogar. Cuando Sverrir murió cinco años después, la guerra aún continuaba.